Mejor no le podían haber ido las cosas al Levante UD durante toda la semana. Tres partidos, tres victorias y nueve puntos sumados que le permiten dormir en zona Champions por méritos propios con sus 11 puntos, la cuarta parte de la salvación.
Dos goles de Rubén de penalti y un golazo de Barkero cuando más lo necesitaba el equipo, después de que el Espanyol redujera distancias y pusiera el 2-1 en el marcador, han permitido al equipo de JIM seguir soñando y convertirse en el conjunto revelación de la liga BBVA.
Levante UD – 3: Munúa, Javi Venta, Ballesteros, Nano, Juanfran, Xavi Torres, Iborra, Valdo, Rubén (Barkero, m.66), Juanlu (Pallardó, m.76) y Koné (Aranda, m.75).
RCD Espanyol - 1: Cristian Álvarez, Javi López, Amat, Héctor Moreno, Didac, Rui Fonte, Forlín, Romaric (Javi Márquez, m.63), Verdú, Thievy (Pandiani, m.63) y Sergio García.
Goles: 1-0, m.14: Rubén, de penalti. 2-0, m.58: Rubén, de penalti. 2-1,m. 72: Héctor Moreno. 3-1, m.76: Barkero.
Árbitro: Pérez Lasa (comité vasco). Amonestó por el Levante a Juanlu y por el Espanyol a Rui Fonte, Forlín y Marquz. Expulsó con roja directa a los espanyolistas Amat (m.57) en la jugada del segundo penalti y a Pandiani (m.80). Expulsó al fisio del Espanyol, Manuel González (m.86).
domingo, 25 de septiembre de 2011
martes, 20 de septiembre de 2011
A la séptima David se comió a Goliat en el Estadio Ciudad de Valencia
A la séptima fue la vencida y el Real Madrid estrenó su expediente de derrotas en la orilla del Estadio Ciudad de Valencia en competición liguera. Desde otra perspectiva; el Levante abandonó el césped extasiado y con la sensación del deber cumplido. Koné guillotinó a un Madrid en fase decreciente conforme se sucedían los minutos y el partido. No es una percepción nueva experimentar la conmovedora impresión que conlleva vencer al Real Madrid. De hecho, un porcentaje muy elevado de la plantilla actual participó en la victoria conquistada ante la escuadra de Mourinho en la Copa del Rey en los primeros días de 2011. Sin embargo, aquel duelo llegó mediatizado por el compromiso que abrió el serial de los octavos de Final en el feudo del Santiago Bernabéu con una goleada escandalosa que privó de argumentos al enfrentamiento de retorno en el barrio de Orriols.
No obstante, la estadística en el marco del campeonato de la regularidad era ciertamente demoledora, principalmente para los intereses de la entidad blaugrana. Las huestes madridistas dominaban el cómputo general de los encuentros con una solvencia clarividente. No había discusión en tal sentido. La escuadra blanca sumía al Levante en la desesperación cada vez que se posicionaba bien en el Estadio de Vallejo, escenario de los duelos iniciales en la década de los años sesenta, bien sobre el tapiz del Estadio Ciudad de Valencia, epicentro de las confrontaciones durante los albores del tercer milenio.
El ciclo de los duelos se convertía para el Levante en un terreno en barbecho, con la excepción de la heroica igualada saldada en la quinta jornada del ejercicio de Liga anterior. Aquel sábado de finales de septiembre de 2010 los pupilos de Luis García se atrincheraron sobre la meta de Reina para rescatar un punto con sabor a triunfo. Era la excepción caracterizada por la amplia sonrisa de los estamentos madridistas cada vez que los envites llegaban a su fin; desde el curso 1963-1964 con la diana obtenida por Bueno, el eterno suplente de Gento, hasta el funcionarial 0-2 de la triste temporada 2007-2008. El paisaje ha variado de manera contundente esta tarde-noche. Koné se personificó en David y engulló a Goliat haciendo estallar las emociones del feudo del Estadio Ciudad de Valencia.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Del caos al rigor... en el Sardinero.
Los datos eran terroríficos a estas alturas de la competición si situaramos el eje de la cronología en los albores del curso anterior, contabilizando únicamente la disputa de las dos primeras jornadas, por más que el calendario actual avance sigilosamente hacia la cuarta semana de la competición liguera por mor de la huelga que paralizó el fútbol en el arranque del campeonato de la regularidad. El Levante del ejercicio 2010-2011 coleccionaba ocho goles en su expediente de goles encajados tras los encuentros frente al Sevilla, en el Estadio Ciudad de Valencia, que significó la apertura de la temporada, y al Getafe en el Coliseo Alfonso Pérez. El veredicto de la estadística era muy cruel por el aterrador significado de los números; el Levante sumaba un gol en su contra cada aproximadamente veintitrés minutos.
Con una media de cuatro goles era difícil afrontar el reto de la permanencia en la elite. Aunque un bloque en su máxima expresión se mide desde la globalidad, quizás el entramado defensivo personificara la desesperanza más absoluta por motivos más que obvios. Sus rostros sobre el campo reflejaban esta emoción. Un año más tarde la tendencia descrita es diametralmente opuesta. El Levante del amanecer de la Liga 2011-2012 en el marco de la Primera División ha obtenido dos puntos en sus compromisos inaugurales y ha mostrado una fortaleza defensiva encomiable y digna de enfatizar por la mayor parte de los analistas. Hay un condicionante adicional. Los ciento ochenta minutos iniciales se han desarrollado lejos de los dominios del Estadio Ciudad de Valencia, un aspecto que acentúa la rocosidad y la envergadura alcanzada por la retaguardia porque, a priori, parece que se le va a someter a una exigencia máxima..
El epicentro de los sucesos se situó en el Coliseo Alfonso Pérez y en los Campos de Sport de El Sardinero en Santander. El registro es inmaculado. Munúa únicamente ha hincado la rodilla en una ocasión en esta secuencia. Fue en Getafe en una acción colectiva que cerró con ímpetu Miku con un zapataza ganador que limó la escuadra del cancerbero de origen sudamericano. En tierras cántabras el meta uruguayo mantuvo la invulnerabilidad en torno a la portería, pero quizás haya un hecho de por sí más acentuable; las escasas ocasiones generadas por el Getafe y por las huestes que prepara Héctor Cúper en el cómputo general de las sendas confrontaciones materializadas. Las situaciones de mayor estrés por parte granota coincidieron con un par de indecisiones de la defensa.
Es evidente que no se trata de un hecho circunstancial. Es posible seguir el rastro de la columna vertebral de los integrantes de la defensa azulgrana. Desde ese prisma, es un grupo del todo reconocido. La campaña anterior sirve de espejo sobre el que proyectar sus figuras vinculadas a la elástica azulgrana. La línea de cuatro compuesta por Ballesteros y Nano, en el eje de la zaga, junto a Venta y Juanfran hizo fortuna con la inclusión de Del Horno y apariciones más puntuales de Héctor Rodas, Cerra y Robusté. Únicamente Cerra y Robusté se han descabalgado de este grupo al que se han sumado Cabral y Pedro López en el período estival. Si se escrutan los indicativos colectivos manejados por la escuadra blaugrana del curso 2010-2011, tampoco podría advertirse que se trate de una novedad absoluta la contundencia y el metódico orden defensivo exhibido el presente. En realidad hay una traslación.
Las cifras convergen con los datos manejados durante la segunda vuelta. Los diecinueve partidos contabilizados entre enero y mayo de 2011 se cerraron con la suma de veintidós goles en contra, si bien ocho dianas de esa cifra general, casi un tercio, llegaron en los duelos ante el Sevilla y Atlético de Madrid. En esa franja de la competición, el Levante solidificó la permanencia después sentir como la Primera División parecía devorar sus ilusiones. Estrechar los márgenes del gol fue fundamental en el éxito. Es evidente que el Levante de Juan Ignacio Martínez parte con una ventaja sustanciosa y adicional que redunda en la aspereza del clima defensivo propuesto que se traslada a cada uno de los partidos. Es una defensa de corte cenobítica.
Este equipo parece capacitado para manejar el tempo en esa faceta tan primordial del juego. Y convierte ese espacio en campo minado para sus adversarios. La experiencia parece un grado que conjuga con sus integrantes. Hay un conocimiento exhaustivo del medio y de las decisiones que hay que adoptar según el guión que marque el partido. Como una cascada ese aspecto redunda sobre la totalidad del bloque porque genera tranquilidad y confianza. Los dígitos vuelven a ser incuestionables. No llevan a engaño. Un gol en ciento ochenta minutos por las ocho puñaladas al corazón del año pasado. Únicamente se contabilizan dos duelos, pero hay sensaciones que generan creencias. Y el domingo llega el Real Madrid con Benzama y Cristiano como heraldos del gol; una prueba de exigencia supina.
LUD.
Con una media de cuatro goles era difícil afrontar el reto de la permanencia en la elite. Aunque un bloque en su máxima expresión se mide desde la globalidad, quizás el entramado defensivo personificara la desesperanza más absoluta por motivos más que obvios. Sus rostros sobre el campo reflejaban esta emoción. Un año más tarde la tendencia descrita es diametralmente opuesta. El Levante del amanecer de la Liga 2011-2012 en el marco de la Primera División ha obtenido dos puntos en sus compromisos inaugurales y ha mostrado una fortaleza defensiva encomiable y digna de enfatizar por la mayor parte de los analistas. Hay un condicionante adicional. Los ciento ochenta minutos iniciales se han desarrollado lejos de los dominios del Estadio Ciudad de Valencia, un aspecto que acentúa la rocosidad y la envergadura alcanzada por la retaguardia porque, a priori, parece que se le va a someter a una exigencia máxima..
El epicentro de los sucesos se situó en el Coliseo Alfonso Pérez y en los Campos de Sport de El Sardinero en Santander. El registro es inmaculado. Munúa únicamente ha hincado la rodilla en una ocasión en esta secuencia. Fue en Getafe en una acción colectiva que cerró con ímpetu Miku con un zapataza ganador que limó la escuadra del cancerbero de origen sudamericano. En tierras cántabras el meta uruguayo mantuvo la invulnerabilidad en torno a la portería, pero quizás haya un hecho de por sí más acentuable; las escasas ocasiones generadas por el Getafe y por las huestes que prepara Héctor Cúper en el cómputo general de las sendas confrontaciones materializadas. Las situaciones de mayor estrés por parte granota coincidieron con un par de indecisiones de la defensa.
Es evidente que no se trata de un hecho circunstancial. Es posible seguir el rastro de la columna vertebral de los integrantes de la defensa azulgrana. Desde ese prisma, es un grupo del todo reconocido. La campaña anterior sirve de espejo sobre el que proyectar sus figuras vinculadas a la elástica azulgrana. La línea de cuatro compuesta por Ballesteros y Nano, en el eje de la zaga, junto a Venta y Juanfran hizo fortuna con la inclusión de Del Horno y apariciones más puntuales de Héctor Rodas, Cerra y Robusté. Únicamente Cerra y Robusté se han descabalgado de este grupo al que se han sumado Cabral y Pedro López en el período estival. Si se escrutan los indicativos colectivos manejados por la escuadra blaugrana del curso 2010-2011, tampoco podría advertirse que se trate de una novedad absoluta la contundencia y el metódico orden defensivo exhibido el presente. En realidad hay una traslación.
Las cifras convergen con los datos manejados durante la segunda vuelta. Los diecinueve partidos contabilizados entre enero y mayo de 2011 se cerraron con la suma de veintidós goles en contra, si bien ocho dianas de esa cifra general, casi un tercio, llegaron en los duelos ante el Sevilla y Atlético de Madrid. En esa franja de la competición, el Levante solidificó la permanencia después sentir como la Primera División parecía devorar sus ilusiones. Estrechar los márgenes del gol fue fundamental en el éxito. Es evidente que el Levante de Juan Ignacio Martínez parte con una ventaja sustanciosa y adicional que redunda en la aspereza del clima defensivo propuesto que se traslada a cada uno de los partidos. Es una defensa de corte cenobítica.
Este equipo parece capacitado para manejar el tempo en esa faceta tan primordial del juego. Y convierte ese espacio en campo minado para sus adversarios. La experiencia parece un grado que conjuga con sus integrantes. Hay un conocimiento exhaustivo del medio y de las decisiones que hay que adoptar según el guión que marque el partido. Como una cascada ese aspecto redunda sobre la totalidad del bloque porque genera tranquilidad y confianza. Los dígitos vuelven a ser incuestionables. No llevan a engaño. Un gol en ciento ochenta minutos por las ocho puñaladas al corazón del año pasado. Únicamente se contabilizan dos duelos, pero hay sensaciones que generan creencias. Y el domingo llega el Real Madrid con Benzama y Cristiano como heraldos del gol; una prueba de exigencia supina.
LUD.
sábado, 3 de septiembre de 2011
El triunfo de la fe.
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